viernes, 23 de julio de 2021

Los 'Juegos Olímpicos de Hitler':

1931, Berlín vencía a Barcelona como sede oficial de los Juegos Olímpicos de 1936, tuvo mucho peso para la decisión final del Comité Olímpico Internacional que en 1916 Berlín no hubiese podido organizar los Juegos Olímpicos de Berlín por culpa de la Primera Guerra mundial. En 1933, casi dos años después, Adolf Hitler era nombrado canciller alemán.

La pretensión del régimen alemán de controlar todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos también abarcó los deportes. Alemania era una potencia deportiva de primer orden y las imágenes de los deportistas alemanes de la década de 1930 sirvieron para promover el mito de la superioridad y el poderío físico de la llamada 'raza área'. Además, el régimen siempre contaba con la capacidad física y el deporte como requisito esencial para el servicio  militar. La llegada de Hitler al poder provocó tensión antes de los juegos olímpicos, y hubo presiones por parte de diferentes países para que cambiaran la sede, también se llevaron a cabo intentos de boicot por parte de diferentes comités olímpicos nacionales, ya que no consideraban ético participar en unos juegos organizados por el régimen nazi; y es que, una vez que los nazis fueron elegidos para formar gobierno, se apresuraron en instaurar sus políticas excluyentes también en el ámbito deportivo. Los judíos fueron expulsados de los clubs y federaciones  deportivas, además, también se les prohibió la entrada a cualquier tipo de  instalación deportiva.

Figuras importantes del deporte de Estados Unidos, así como países como Francia, Reino Unido o España, se planteaban llevar a cabo un boicot a Los Juegos, incluso, grupos de alemanes exiliados también se manifestaron a favor del boicot. Sin embargo, al final todos los países acudieron, todos, salvo España, que se mantuvo firme hasta el final y no participó. De hecho, España decidió seguir adelante con el boicot, y organizar unos juegos olímpicos alternativos conocidos como 'Las Olimpiadas Populares' que iban a celebrarse en Barcelona en 1936; estas olimpiadas alternativas finalmente fueron canceladas porque coincidieron con el estallido de la Guerra Civil española en julio del 36'; para entonces, ya eran miles los atletas que estaban en Barcelona para formar parte de la competición, de hecho muchos de estos atletas se quedaron en España luchando con las brigadas internacionales contra el Ejercito Sublevado español a quienes, por cierto, también apoyaba Hitler.

Hitler tenía ante sí la oportunidad de mostrar al mundo la magnificencia del nazismo, y llevó a cabo junto al Ministro de Propaganda un elaborado programa de difusión, Albert Speer se encargó de la puesta en escena, mientras que la cineasta Leni Riefenstahl se encargó de la filmación del evento. Finalmente, Hitler llevó a cabo una propaganda mundial con la que mostró la grandeza de su país, los episodios antisemitas de los últimos tiempos fueron desapareciendo a medida que se acercaban los juegos. Se ocultó de las calles y publicaciones toda la propaganda antisemita, los periódicos también rebajaron su habitual tono agresivo con el fin de presentar ante el mundo una falsa imagen de una Alemania pacífica y tolerante, en su lugar se colocó propaganda que evocaba al espíritu olímpico mediante coloridos posters y anuncios a doble página en los periódicos. La imagen de los atletas relacionaba a la Alemania nazi con la antigua Grecia, simbolizando el mito que sostenía que la civilización germana era la legítima heredera de la cultura área de la antigüedad clásica.

Se construyó un enorme complejo deportivo, las banderas olímpicas adornaban los monumentos y las casas de todo Berlín, se llevó a cabo la renovación y decoración de instalaciones que estaban quedándose obsoletas y se construyeron obras nuevas a un ritmo impresionante. La única preocupación del régimen era mejorar la apariencia de los juegos.

Una de las novedades históricas que aparecieron en estos juegos fue la carrera por relevos para llevar la Antorcha Olímpica desde Grecia hasta Berlín, en ella participaron 3422 atletas. Durante la ceremonia inaugural el estadio tenía más de 110 000 espectadores, mientras que en las calles más de un millón de personas se colocaron para observar el desfile de autos que transportaban al Fhürer y los demás diplomáticos del régimen invitados a la ceremonia. Un coro de 3000 personas y una orquesta de 30 trompetas saludó a Hitler en su entrada al estadio antes de entonar el himno alemán y el himno olímpico compuesto especialmente para la ocasión. Muchas de las delegaciones que entraron al estadio para la ceremonia inaugural practicaron el saludo nazi al pasar por delante del Jefe de Estado; las delegaciones estadounidense y británica se encontraron entre las pocas que se abstuvieron de llevarlo a cabo.

3963 deportistas. 3632 hombres y 331 mujeres de 49 países compitieron en 129 especialidades de 19 deportes, durante esas dos semanas hubo un hombre que destacó con diferencia por encima del resto: Jesse Owens, un deportista negro que consiguió 4 medallas de oro (en 100 y 200 metros lisos, salto de longitud y la carrera por relevos). Curiosamente, Jesse siempre afirmó que en Alemania se le trató mucho mejor que en su propio país, y es que en ese entonces estaba en su apogeo la segregación racial en Estados Unidos. De hecho, a diferencia de otros deportistas blancos, Owens ni siquiera fue invitado a la Casa Blanca cuando volvió.

Para orgullo de su Fhürer, Alemania salió victoriosa de sus olimpiadas. Sus atletas consiguieron la mayoría de las medallas y se llevó una gran cantidad de elogios por la hospitalidad y capacidad organizativa de su régimen. El New York Times publicó un artículo en el que se afirmaba que las olimpiadas habían devuelto a Alemania a la comunidad mundial. Tan solo algunos periodistas fueron capaces de ver y contar lo que de verdad había en Alemania detrás del maquillaje y parece que no se equivocaban, ya que pocos días después de finalizar 'Los juegos', se reanudaron las persecuciones a los judíos, y tres años más tarde (1939) el «hospitalario y pacífico anfitrión» de los Juegos Olímpicos del 36' invadía Polonia, dando rienda suelta a la Segunda Guerra Mundial, que entre campos de concentración, enfermedades, torturas, falta de alimentación, fusilamientos diarios, cámaras de gas, civiles y soldados caídos, terminaría con casi 75 millones de víctimas (el 3,5% de la población mundial en ese entonces, aproximadamente), pero eso, es otra historia.

1 comentario:

Que vea… aunque a veces no vea.

Dicen que nunca es tarde para contar una buena historia, quizá eso me ha dado cierta comodidad cada vez que me he dispuesto a escribir. La c...