Los
'Juegos Olímpicos de Hitler':
1931, Berlín vencía a Barcelona como sede oficial de
los Juegos Olímpicos de 1936, tuvo mucho peso para la decisión final del Comité
Olímpico Internacional que en 1916 Berlín no hubiese podido organizar los
Juegos Olímpicos de Berlín por culpa de la Primera Guerra mundial. En 1933,
casi dos años después, Adolf Hitler era nombrado canciller alemán.
La pretensión del régimen alemán de controlar todos
los aspectos de la vida de sus ciudadanos también abarcó los deportes. Alemania
era una potencia deportiva de primer orden y las imágenes de los deportistas
alemanes de la década de 1930 sirvieron para promover el mito de la
superioridad y el poderío físico de la llamada 'raza área'. Además, el régimen
siempre contaba con la capacidad física y el deporte como requisito esencial
para el servicio militar. La llegada de
Hitler al poder provocó tensión antes de los juegos olímpicos, y hubo presiones
por parte de diferentes países para que cambiaran la sede, también se llevaron
a cabo intentos de boicot por parte de diferentes comités olímpicos nacionales,
ya que no consideraban ético participar en unos juegos organizados por el
régimen nazi; y es que, una vez que los nazis fueron elegidos para formar
gobierno, se apresuraron en instaurar sus políticas excluyentes también en el
ámbito deportivo. Los judíos fueron expulsados de los clubs y federaciones deportivas, además, también se les prohibió
la entrada a cualquier tipo de
instalación deportiva.
Figuras importantes del deporte de Estados Unidos,
así como países como Francia, Reino Unido o España, se planteaban llevar a cabo
un boicot a Los Juegos, incluso, grupos de alemanes exiliados también se
manifestaron a favor del boicot. Sin embargo, al final todos los países
acudieron, todos, salvo España, que se mantuvo firme hasta el final y no
participó. De hecho, España decidió seguir adelante con el boicot, y organizar
unos juegos olímpicos alternativos conocidos como 'Las Olimpiadas Populares'
que iban a celebrarse en Barcelona en 1936; estas olimpiadas alternativas
finalmente fueron canceladas porque coincidieron con el estallido de la Guerra
Civil española en julio del 36'; para entonces, ya eran miles los atletas que
estaban en Barcelona para formar parte de la competición, de hecho muchos de
estos atletas se quedaron en España luchando con las brigadas internacionales
contra el Ejercito Sublevado español a quienes, por cierto, también apoyaba
Hitler.
Hitler tenía ante sí la oportunidad de mostrar al
mundo la magnificencia del nazismo, y llevó a cabo junto al Ministro de Propaganda
un elaborado programa de difusión, Albert Speer se encargó de la puesta en
escena, mientras que la cineasta Leni Riefenstahl se encargó de la filmación
del evento. Finalmente, Hitler llevó a cabo una propaganda mundial con la que
mostró la grandeza de su país, los episodios antisemitas de los últimos tiempos
fueron desapareciendo a medida que se acercaban los juegos. Se ocultó de las
calles y publicaciones toda la propaganda antisemita, los periódicos también
rebajaron su habitual tono agresivo con el fin de presentar ante el mundo una falsa
imagen de una Alemania pacífica y tolerante, en su lugar se colocó propaganda
que evocaba al espíritu olímpico mediante coloridos posters y anuncios a doble
página en los periódicos. La imagen de los atletas relacionaba a la Alemania
nazi con la antigua Grecia, simbolizando el mito que sostenía que la
civilización germana era la legítima heredera de la cultura área de la
antigüedad clásica.
Se construyó un enorme complejo deportivo, las
banderas olímpicas adornaban los monumentos y las casas de todo Berlín, se
llevó a cabo la renovación y decoración de instalaciones que estaban quedándose
obsoletas y se construyeron obras nuevas a un ritmo impresionante. La única
preocupación del régimen era mejorar la apariencia de los juegos.
Una de las novedades históricas que aparecieron en
estos juegos fue la carrera por relevos para llevar la Antorcha Olímpica desde
Grecia hasta Berlín, en ella participaron 3422 atletas. Durante la ceremonia
inaugural el estadio tenía más de 110 000 espectadores, mientras que en las
calles más de un millón de personas se colocaron para observar el desfile de
autos que transportaban al Fhürer y los demás diplomáticos del régimen
invitados a la ceremonia. Un coro de 3000 personas y una orquesta de 30
trompetas saludó a Hitler en su entrada al estadio antes de entonar el himno
alemán y el himno olímpico compuesto especialmente para la ocasión. Muchas de
las delegaciones que entraron al estadio para la ceremonia inaugural
practicaron el saludo nazi al pasar por delante del Jefe de Estado; las delegaciones
estadounidense y británica se encontraron entre las pocas que se abstuvieron de
llevarlo a cabo.
3963 deportistas. 3632 hombres y 331 mujeres de 49
países compitieron en 129 especialidades de 19 deportes, durante esas dos
semanas hubo un hombre que destacó con diferencia por encima del resto: Jesse
Owens, un deportista negro que consiguió 4 medallas de oro (en 100 y 200 metros
lisos, salto de longitud y la carrera por relevos). Curiosamente, Jesse siempre
afirmó que en Alemania se le trató mucho mejor que en su propio país, y es que
en ese entonces estaba en su apogeo la segregación racial en Estados Unidos. De
hecho, a diferencia de otros deportistas blancos, Owens ni siquiera fue
invitado a la Casa Blanca cuando volvió.
Para orgullo de su Fhürer, Alemania salió victoriosa
de sus olimpiadas. Sus atletas consiguieron la mayoría de las medallas y se
llevó una gran cantidad de elogios por la hospitalidad y capacidad organizativa
de su régimen. El New York Times publicó un artículo en el que se afirmaba que
las olimpiadas habían devuelto a Alemania a la comunidad mundial. Tan solo
algunos periodistas fueron capaces de ver y contar lo que de verdad había en
Alemania detrás del maquillaje y parece que no se equivocaban, ya que pocos
días después de finalizar 'Los juegos', se reanudaron las persecuciones a los
judíos, y tres años más tarde (1939) el «hospitalario y pacífico anfitrión» de
los Juegos Olímpicos del 36' invadía Polonia, dando rienda suelta a la Segunda
Guerra Mundial, que entre campos de concentración, enfermedades, torturas,
falta de alimentación, fusilamientos diarios, cámaras de gas, civiles y
soldados caídos, terminaría con casi 75 millones de víctimas (el 3,5% de la
población mundial en ese entonces, aproximadamente), pero eso, es otra historia.
Excelente! 🤗👍🏻
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