miércoles, 1 de septiembre de 2021

De historias, héroes y emociones.

Ha pasado casi un mes desde la anterior entrada del blog. Cualquiera pensaría que me habría quedado 'sin ideas', incluso yo sentí que se me drenaron algunas emociones en el último artículo, después de todo, las ideas las puede tener cualquiera, sin embargo los sentimientos no.

Podría escribir perfectamente sobre la película en turno en taquilla, sobre la última tontería que haya hecho el presidente y su flamante gobierno o, para estar en onda, sobre la polémica con el vocalista de cierta banda guatemalteca. Sobre cómo nos enorgullecíamos de la participación de "nuestros" atletas en los juegos olímpicos, cómo compartíamos hashtags, publicaciones de facebook, cómo presumíamos de levantarnos en la madrugada o de dormirnos tarde por ver sus participaciones pero ahora pocos saben quién es Isaac Leiva, atleta originario de Izabal, que quedó en el puesto 11 en lanzamiento de bala en los juegos paralímpicos, no fue medallista (es decir, nada diferente a los otros 22 atletas que inundaron nuestras redes) pero que a pesar de ser emotivo no tiene popularidad porque eso... ¿cómo se dice? no es lo que vende; pero ya llegará el momento para escribir sobre eso, por ahora, eso es otra historia.

A propósito de redes sociales, el lunes falleció Tomi ¿supieron de él? un niño chileno que, como decían varias notas, "conquistó el corazón millones de personas". Tomi tenía 12 años, se encontraba luchando desde hace unos años contra un tumor cerebral, según él mismo contaba en uno de sus videos, eso no le permitió desarrollarse con 'normalidad', le provocó daños en sus ojos y extremidades y finalmente acabó con su vida. Alcanzó la popularidad en marzo, luego de completar su sueño de convertirse en youtuber y conseguir la placa dorada gracias a millones de personas que se suscribieron, alguien comentaba en twitter: "al fin las redes sociales sirven de algo", yo prefiero pensar que tanto desastre mundial nos ha cambiado un poco para bien, o al menos a toda la gente que hizo algo tan sencillo -y complicado a la vez- como suscribirse a un canal de YouTube por algo más que simple entretenimiento. De hecho, eso me ha hecho recordar una frase de The Dark Night Rises: «Un héroe puede ser cualquiera. Incluso un hombre que hace algo tan simple y reconfortante como poner un abrigo sobre los hombros de un niño para hacerle saber que el mundo no se ha terminado», o como decía una campaña 'pre - pandemia': "todos somos héroes".

Yo, por ejemplo, en este gran cómic llamado vida, podría entre 'mis héroes' a don Lee, no sólo por su compañía en la dirección espiritual, las anécdotas de las homilías y hasta sus regaños, o por lo que significaron sus luchas heroicas en los momentos en que la fe se encontraba 'en peligro', sino por esas chispas de humanidad, esas veces que encontraba al Señor en la rutina; desde su manera de relacionar el combate humano-espiritual con el cosmos y los Caballeros del Zodiaco o el encontrar raíces divinas del latín en el origen etimológico del lenguaje potterhead, hasta su gran afición por el Silmarilion y el Legendarium de Tolkien; mención honorífica, por cierto, a su peculiar manera de contar todo tipo de historias (quizá algo de eso dejó en algunos de nosotros y por eso aún se siguen contando cosas de él); sin muchas de ellas, probablemente no existiría este blog.

Recordaba hace un par de días precisamente, en medio de todo el 'escándalo Mbappé' por el cierre del mercado de fichajes, cuánto se habría emocionado al ver otro mago francés en 'su Madrid', y aún más si hubiese podido disfrutar del triplete de Champions liderados por don Zinedine Zidane, único futbolista, junto con Ronaldinho, por quienes le escuché alguna vez decir "mis respetos" (que no era poca cosa viniendo de él). De hecho, ahora que lo pienso, me hizo madridista muy a su manera: sin que yo me diera cuenta. Tanto que no imagino el error que significaría ser aficionado del futbol y no ser del Madrid como él (o peor aún, ser del Barça). ¡Vaya si no causa algo de nostalgia esa gran sonrisa de sus fotos en el Bernabéu!

Y ya que hablamos de historias y sonrisas, para terminar, en el aniversario del encuentro de Padre Lee con el Señor, una de mis frases favoritas de San Josemaría: «Cuando te vea por primera vez, Dios mío, ¿qué te sabré decir? callado, esconderé mi frente en tu regazo y lloraré, lloraré como cuando era niño. Tus ojos mirarán todas mis llagas, te contaré despues toda mi vida... ¡aunque ya la conoces! y Tú, para dormirme, lentamente me contarás un cuento que comienza: "Érase una vez, un hombrecillo de la Tierra... y un Dios, que le amaba con locura..."»

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